Estimulación temprana para bebés inquietos

5 Jul, 2012

Estimulación temprana para bebés inquietos


  No es necesario que el niño tenga alguna discapacidad para empezar a estimularlo desde el primer mes de vida. Muchas veces los padres desconocen las aptitudes de sus bebés, y sin embargo, desde el momento de su nacimiento los bebés son capaces de aprender; su cerebro comienza a establecer una red neuronal que conecta cada célula con muchas otras, y eso es lo que permite el desarrollo de su mente.
Entre el nacimiento y los tres años, aproximadamente, esas conexiones se desarrollan a velocidad vertiginosa, y alcanzan cantidades muy superiores a las de los adultos. Así pues, estimular el cerebro del bebé a través de juegos y ejercicios, refuerza decisivamente su forma de crecer y aprender. Y pocas cosas hay tan gratificantes y enriquecedoras como ir descubriendo la respuesta de los niños a cualquiera de nuestros estímulos.
La estimulación temprana dirigida a todos los niños es en España todavía novedosa, si bien en otros países se viene aplicando desde hace más de 25 años con extraordinarios resultados.

En 1976, Joan Barnes abrió su primer centro de estimulación infantil en California (Estados Unidos). Simultáneamente el Dr. Jaroslav Koch llevaba a cabo en Europa sus más decisivas investigaciones sobre las diferencias entre niños que habían sido estimulados y otros que no. Sus conclusiones están perfectamente vigentes en nuestros días: estimular adecuadamente al niño desde el nacimiento favorece el pleno desarrollo de sus capacidades y constituye  la base de su aprendizaje futuro.

El objetivo de la estimulación es diferente en función de la edad de cada niño. Para los recién nacidos, activación del movimiento a través de gimnasia, movimiento y masaje. Para los niños de 12 a 24 meses, música y psicomotricidad en clases dirigidas a la inhibición y el control. Para los más mayorcitos (a partir de dos años) creación artística, música, teatro e idiomas. Los padres participan activamente en cada clase, siempre guiados por profesores especializados en edad temprana, de cero a cinco años.

Los progenitores tienen en sus manos la posibilidad de que sus hijos logren un desarrollo sano e integral, cubriendo desde el nacimiento sus necesidades físicas, intelectuales, afectivas y sociales. 

Cada cosa a su edad
Para los niños de 0 a 12 meses, la estimulación temprana consiste en movilizar al bebé y aprovechar al máximo sus capacidades motoras. Sobre el primer mes, el bebé sostiene la cabeza, a partir del cuarto mes comienza a darse la vuelta solo y a partir del octavo mes se inicia en el gateo. La clase de estimulación para bebés consta de una serie de ejercicios y actividades que realizan la madre o el padre con el niño y que van dirigidas al fortalecimiento de la musculatura lateral y dorsal, y al refuerzo del equilibrio que se sitúa en el sistema vestibular del oído medio. Se trata de conseguir que el niño logre a su debido tiempo los hitos de desarrollo esperables para su edad.

El progreso de cada bebé es cuidadosamente vigilado por la profesora especialista de manera que se pueda tratar y corregir de forma inmediata cualquier anomalía por pequeña que sea. Y, además, siempre acompañados de una música específica, los bebés viven una experiencia en compañía de sus mamás que les resulta muy gratificante. Al finalizar la clase la mamá realiza un masaje relajante al bebé siguiendo el modelo del masaje Shantala.

A partir de los 12 meses, o mejor dicho, cuando ya empiezan a caminar, los niños se vuelven unos pequeños ‘terremotos’ de actividad imparable. A partir de ese momento, la estructura de la clase de estimulación temprana cambia. Ahora el objetivo es que el niño adquiera recursos de inhibición y control tanto del movimiento como de sus deseos.

La clase comienza con una primera parte de música donde el niño debe contener el movimiento e imitar lo que hacen su madre y la profesora. A continuación se estimula la parte motora a través de una sesión de psicomotricidad dirigida al control de movimiento (caminar con estabilidad, agacharse, reptar, empujar, saltar…). Y la última parte de la clase se dedica a la estimulación cognitiva con un trabajo más ‘intelectual’ dirigido al fortalecimiento de diferentes aprendizajes.

A partir de los dos años, cuando los niños ya han adquirido un cierto lenguaje y son capaces de inhibir deseos y movimiento, les proponemos pasar a los talleres de música y arte. Siempre acompañados por alguno de los padres, los niños reciben media hora de clase de música (donde aprenden los primeros elementos del lenguaje musical y algunas cualidades del sonido) y de arte (donde comienzan a expresar con materiales diversos las diferentes propuestas artísticas que va marcando la profesora).

Autora: Mª Eugenia García Nieto
Fuente: http://www.elconfidencial.com

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