Los juegos de psicomotricidad para los niños
La aplicación o intervención de la psicomotricidad en la educación de los niños se hace de forma muy divertida y entretenida. Es un estímulo o una reeducación para la vida cotidiana de los pequeños. Dirigida a mejorar sus estimulaciones o, en el caso de padecer alguna deficiencia, reeducar al niño, se puede practicar al aire libre y en lugares cerrados.
Las clases de estimulación son divididas por edades como forma de situar al niño según sus posibilidades y capacidades. Mediante los juegos de movimiento los niños se desarrollarán físicamente y aprenderán conceptos como derecha, izquierda, delante, detrás, arriba,… que les ayudarán a situarse en el espacio y a ajustar sus movimientos. Los distintos y variados juegos de los cuales participarán los niños fomentará su coordinación, equilibrio, orientación y seguridad.
La psicomotricidad en la educación infantil
En la intervención psicomotriz se considera primordial:
– El profundo respeto a la madurez y al desarrollo de cada niño.
– La intervención de fuera para dentro, es decir, desde el sensomotor hasta la interiorización.
– Potenciar la espontaneidad y la creatividad del niño a través de la percepción, la representación, el control y el equilibrio.
Didáctica y materiales
Desde el principio de las clases se insiste mucho en la socialización del niño practicando juegos tanto en pequeños como en grandes grupos. Se usarán diversos materiales como medio de intercambio, comunicación, y cooperación; se utilizan aros, pelotas, cuerdas, picas, telas, pañuelos, bancos, zancos, colchonetas, mantas, cajas de cartón, bloques de goma-espuma, etc., y serán dirigidos por estímulos exteriores como la música. Generalmente, las clases son divididas en tres etapas: el movimiento, la relajación y la expresión o representación.
En la primera etapa se emplean juegos relacionados con una música. Se juega con todo tipo de objetos empleando técnicas que haga moverse a los niños. Se investiga las innumeras utilizaciones de cada objeto, se impulsa las relaciones y la cooperación entre el grupo. El movimiento nunca es buscado como fin sino como medio.
En la segunda etapa se introducen técnicas de relajación. El niño busca un lugar cómodo para tumbarse, tranquilizarse y sentir la música.
Y la tercera y última etapa está relacionada con la expresión. Se intenta que el niño hable, opine y se exprese a través de diferentes lenguajes – verbal, representativo, plástico, etc. -, las sensaciones, vivencias y conceptos que ha experimentado durante la clase.
El principal papel del educador es el de proponer objetos, situaciones, sonidos, etc., temas generales de búsqueda, dejando a los niños explorar ellos mismos todos esos elementos y saber esperar a que en sus búsquedas los niños los necesiten. Solamente en estas condiciones la expresión es auténtica, libre, espontánea, y es donde las actitudes de huída, inhibición, aprobación u oposición, etc., aparecen o desaparecen.
Fuente: GuiaInfantil.com