Lazos afectivos
Un bebe recién nacido centra su atención en un adulto en particular, casi siempre la madre.
Esta figura protectora o “persona de referencia” cobra más importancia a medida que el bebé crece, y se desarrolla un vínculo muy especial entre ellos. Es posible que los bebes que carecen de este elemento protector padezcan trastornos emocionales en el futuro.
PRIMEROS VÍNCULOS:
Durante los meses inmediatamente posteriores al parto, los bebés son muy cariñosos. Les encanta que cualquier adulto los mime. En este sentido, los humanos somos más lentos, ya que los animales tardan menos de un día en crear un vínculo afectivo con su madre. Por lo general, el auténtico proceso comienza a los seis meses (aunque puede variar entre cuatro y ocho meses), y el bebé empieza a ser más selectivo con las personas que lo rodean.
Es muy posible que desarrolle ansiedad a esa edad, desde los siete a los nueve meses, y si un adulto intenta cogerlo, romperá a llorar. Durante estos meses, la madre comienza a ser más posesiva con su criatura, y si se separan por alguna razón, tanto la madre como el bebé sentirán angustia. El vínculo ya se ha formado, y permanecerá durante los siguientes años.
UN AROMA ESPECIAL:
El vínculo entre una madre y su hijo está basado en aptitudes ancestrales. No es muy sabido que un bebé puede identificar a su madre por la fragancia corporal, o que la madre distingue a su bebé de una forma parecida. Algunas pruebas han demostrado que un bebé responde de forma positiva al aroma del pecho de su madre e ignora a las demás mujeres. Lo más sorprendente es que una mujer con los ojos tapados tiene la capacidad de identificar a su propio hijo entre una multitud de bebés solo por el olor.
EL PODER DE LA VOZ:
Una madre dormida tiene la capacidad de identificar el llanto de su bebé. Este es otro de los factores de los que se ha olvidado nuestro estilo de vida actual. En general, solo hay un bebé en casa, de forma que no hay forma de poner a prueba esta capacidad. Sin embargo, en el caso de una tribu, que vivía en diminutas chozas, una madre habría sido capaz de distinguir el llanto de cada bebé por la noche.
Si se hubiera levantado para alimentarlo cada vez que uno de ellos gritaba, no hubiera dormido en toda la noche. A lo largo de la evolución, la mujer ha aprendido a levantarse solo cuando oye a su propio bebé. Esta sensibilidad sigue presente hoy en día, aunque apenas de utiliza.
ARRAIGO:
De este modo, el vínculo entre una madre y su bebé no sólo se forma a partir del reconocimiento de rostro, sino también por la capacidad de distinguir el olor y el sonido del otro. Esto hace patente lo antiguo y profundo que es este proceso, y la importancia de pasar tiempo juntos durante los primeros meses
Fuente: Desmond Morris